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Perdiendo el norte

La tonalidad de la noche  incendia con polvo estelar sus pupilas.  Se deja acariciar  por la ternura de Casiopea  y se olvida por un instante  del canto de las nereidas.   La noche sabe dar guerra,  sabe morder el silencio  y tragarse su aullido.  Sabe besar el corazón  de los lobos solitarios  y dejar huérfano el amanecer.  Pero él, allí sigue,  jugando a las runas con las ninfas apostando sus pasos y su vida.  ¿Encontrará el norte,  o seguirá acariciando el bosque?
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Corazón indomable

Este corazón indomable  se enamoró cuando menos lo esperaba.  Tan torpe, se precipito sin frenos  en la primera fuente llena de monedas, esperando encontrar su alma gemela.  La rescataron dicen,  porque no sabía nadar.  Y su alma gemela  justo tiraba su moneda,  cuando vio a esa torpe  haciendo el ridiculo.  Y mira por donde,  fue amor a primera vista. Ramona A. 

Inquebrantable

Eres fuerte  como roca acariciada  por un mar enfurecido.  No les tengas miedo a los tsunamis,  ni a los huracanes.  Porque no hay tormenta  que pueda contigo,  ni ola, que te arrastre mar adentro.

Turbulencias

Mis recuerdos son turbulencias  en este vuelo de sentimientos.  Me agarró fuerte el corazón,  para que no mudé su caparazón, no vaya a ser  que me quede indefensa  frente al amor.  Busco el eco de tus palabras  para acurrucarme  entre ese "te quiero" y el "adiós"  que disparaste  apuntando fuerte con la mirada.  Porque no hay hueco en este cuerpo  para esconder más heridas,  ni silencio suficiente  para tapar está soledad.  Me quedaré encariñandome  conmigo misma,  a ver si encuentro el sinónimo del "amor"  en este cuerpo desbocado. 

Segundas oportunidades

Después de cada disparo en el corazón, me saco la bala y apunto hacia el olvido. Mi cuerpo ya no accepta más heridas, pero mi alma les da cobijo como si fuera un refugio de tiritas que no abandona ningún soldado herido. Lo único que no sabe, es que los soldaditos de plomo no necesitan tiritas. Porque he ido rescatando balas para darles una nueva vida.

Jungla de tentaciones

Nos alimentamos de sentimientos, ruidosos piropos  que resuenan en todo nuestro ego dispuesto a rendirse  con el primer "te quiero"  soltado al azar  por cualquier caminante  con aire de don Juan.  Nos alimentamos la vista con cuerpos vestidos de seda,  con labios rojos y miradas perversas.  Nos ensuciamos con carmín los sentidos  y nos atamos solos a la cama.  Sin permiso,  sin perdón,  aquí nada sirve  cuando las reglas se desnudan del tabú, porque para sobrevivir  a esta jungla de tentaciones  todo vale. Ramona A. 

Por eso...

Que mis huracanes también sirven para borrar tus promesas. Que los cuentos de hadas ya no erizan mis sentimientos  y que bailar sola en la lluvia se me hizo costumbre. Ramona A.