La tonalidad de la noche incendia con polvo estelar sus pupilas. Se deja acariciar por la ternura de Casiopea y se olvida por un instante del canto de las nereidas. La noche sabe dar guerra, sabe morder el silencio y tragarse su aullido. Sabe besar el corazón de los lobos solitarios y dejar huérfano el amanecer. Pero él, allí sigue, jugando a las runas con las ninfas apostando sus pasos y su vida. ¿Encontrará el norte, o seguirá acariciando el bosque?
Este corazón indomable se enamoró cuando menos lo esperaba. Tan torpe, se precipito sin frenos en la primera fuente llena de monedas, esperando encontrar su alma gemela. La rescataron dicen, porque no sabía nadar. Y su alma gemela justo tiraba su moneda, cuando vio a esa torpe haciendo el ridiculo. Y mira por donde, fue amor a primera vista. Ramona A.